viernes, 30 de noviembre de 2007

Corazón Espinado



Hoy en una de esas charlas surgió el recuento de como tantas veces nos habían roto el corazón. Anécdotas que aunque son parte del pasado aún nos entristecen un poco y nos acongojan el corazón. Creo que hacía tanto que sentía que mi parte sentimental estaba inerte debido a el hecho de que ante tantos dolores de cabeza y fracasos en el plano del amor que había decidido echarle candado, dejando afuera todas las sensaciones que uno experimenta cuando sufre porque le rompieron el corazón o vió que los frutos de abrirse a la posibilidad de ser feliz sólo fue una desilución. Eso es un corazón espinado. Un corazón que de tanto parcharlo se cierra y se vuelve espinoso, como un medio de defensa, para que nadie se acerque, nadie lo toque, nadie pueda descubrir y romper su fragilidad.
Y así uno siente que enamorarse es una cosa del pasado, que no vale la pena buscar porque nada bueno vendrá de eso, o se decide a bajar la persiana y dedicarse a otras cosas. Adentro, queda el recuerdo, un resabio de lo que uno alguna vez sintió, la duda de saber si uno aún conserva la capacidad de volver a enamorarse otra vez.
Y las espinas que rodean ese corazoncito que -como un cactus nunca pierde la blandura de su interior- son la desconfianza, el análisis, el apostar a medias a alguien, e incluso el desaire a cualquier insinuación por parte de algún "desubicado" que quiera agraciarnos con sus sentimientos.... Pero repito: adentro hasta el cactus más espinoso tiene un corazón blandito, y hasta en el desierto más grande agradece la lluvia... Y un día una mirada, un abrazo, dos palabras nos sorprenden y vemos que hasta el corazón más espinado puede tener flores....

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