martes, 16 de noviembre de 2010

Tira y afloje

Hace años, escribía sobre la soledad, sobre como uno se acostumbra a estar solo en un mundito que construye y que termina siendo propio y cómodo.
Pero nunca pensé cómo salir de ahí... siempre hablé de cómo algún día iba a compartirlo, a dejar que alguien entrara...pero —ahora que lo pienso bien— nunca hablé de salir.
Hasta que llegó el día, uno no sale de su mundo, ni deja entrar a alguien más; uno construye un mundo aparte (como el dicho "toda familia/pareja es un mundo"). Nadie me avisó eso, ni yo me había percatado.
En mi mundo había oligarquía, en este otro todo tenía que ser democrático. Y eso no es fácil.
Comparándolo con la Historia, se necesitan muchas guerras y tratados para crear un país y consolidarlo; ni hablar de paciencia y de trabajo y negociación constante.
¿Pero que pasa con las relaciones? ¿Qué pasa con ese “mundo aparte” que se crea? ¿Cómo evito que mis ejércitos en batalla constante cedan y negocien?
Ahhh! Difícil de contestar, más cuando mi propio territorio me resulta más familiar, seguro y conocido. Las paredes que lo rodean se ven tentadoras y protectoras, y no el vasto terreno vacío del nuevo país. En donde yo no reino, ni reina el otro, en donde nuestros egos chocan constantemente, agazapados en algún lado esperando saltar y conquistar.
Y así estamos, tira y afloje… tratando de unir y conciliar países aislados por mucho tiempo. Cansados de la pelea y viendo como las cosas parecen imposibles. Porque en mi mundo las cosas estaban hechas, yo solita las construí, las demolí, las volví a crear.
Y ahora, todo me resulta poco conocido, en todo dejo algo pero no llega a ser mío; porque a mi soledad, que tanto tiempo me acompañó y tan fiel me fue, le resulta extraño y quiere que vuelva con ella. Porque solas no dolía tanto, no costaba demasiado y podíamos echarnos la culpa una a la otra. Pero ahora hay que compartir, hay que confiar, hay que construir y a veces renunciar.
Porque hay mucha tierra buena, pero sola no puedo hacerla prosperar, sin embargo, ya crucé el muro y este mundo no es mío...es "nuestro". Y a veces, sólo a veces, como los reyes cobardes que huyen, me da miedo y me da pereza y, entonces, quiero desertar y quemar las naves.

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