martes, 30 de octubre de 2012

Un sueño...

Al escuchar sus palabras, tan hirientes, tan llenas de odio y reproches, ella sintió que algo se desgarraba en su interior. Y todo ese dolor y esa angustia erupciono con la fuerza de mil volcanes; eran tan grandes el dolor y la angustia que irrumpieron que las olas se alzaron y devoraron todo a su paso; la tierra se agrietó y el fuego consumió todo...
Abrió los ojos, solo se oía el ruido de las olas; llevo la mano al hueco que ahora yacía en su pecho, donde antes había estado su dolor; su voz ya no existía. Sabía que las lágrimas nunca iban a parar.. respiró profundamente y se dejó llevar, flotando a la deriva; en ese mundo, en el que por siempre iba a estar sola.  

miércoles, 17 de octubre de 2012

Si la historia la escriben los que ganan...

Era una frase que mi madre siempre recordaba "... siempre habrá otra historia". Todos tenemos, nuestra historia, la historia que nos forjamos como personas, a través de la gente que se nos cruza por la vida, nuestros logros, lo que alcanzamos, lo que intentamos, lo que decimos y lo que hacemos, incluso lo que sentimos.
Pero también hay otra historia, la que nos toca. Es esa historia que podríamos llamarla destino, vida, circunstancias. Cuando uno conoce a alguien, creo q ve primero la "historia" de esa persona, la personal, la que se forjó durante años; la otra historia, a veces solo se vislumbra.
Y como "la historia la escriben los que ganan", cada uno elige, a su tiempo y ganas compartir esa historia de trasfondo que todos tenemos, lo que nos tocó vivir, las cosas que la vida nos puso enfrente, cosas q nos dolieron, que a veces parecen sacada de una novela, o que son muy dolorosas como para compartir, incluso, que muchos quisieran olvidar.
Hasta hoy, creía que esa historia, en especial la mía, era una parte separada de la historia que uno se forjaba, como la vida de un personaje de un libro, una historia q podía no contarse o modificarse a gusto del protagonista, es más, pensaba que solo eligiendo la transitividad de ciertas cosas uno podía ocultarla por completo, dando alguna q otra pista que no resulte demasiado llamativa.
Siempre pude manejar la historia en la que gané, o al menos eso creía, contaba la "otra historia" por partes, a selectas personas, pero creo q muy pocas personas tienen la versión completa...otras tienen fragmentos, muchas suposiciones y pocas certezas.
Pero hoy me di cuenta que esa historia, la que me tocó, es inherente a MI historia, no es una vida que le pasó a otro, es mi vida, y, aunque siempre insistí en que sería algo así como mi Mr. Hide o la vida de algún personaje, está vivita y coleando en mi vida presente; no como algo malo, ni que se debe ocultar, sino como algo que me pasó, una batalla de la que no sé si salí vencedora o vencida, que siempre va a estar...nadie va a definir mi presente en luz de mi pasado, porque la historia que YO escribí es la historia donde gané, donde, a pesar de las peripecias de la vida, yo hice camino, yo forjé y avancé.
Por ahí es hora de releer la historia donde perdí, donde solo batallé, para verme vencedora hoy; perdonar el pasado, agradecer el presente y abrazar el futuro...decidir que MI historia la escribo yo, totalmente victoriosa antes las batallas del pasado...

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Señales.... o no tanto

Desde hace años que le rezo a mi vieja, sé que tiene línea directa con El de Arriba, así que cada tanto le pido que me tire una punta, que me haga un milagrito para alguien que lo necesita o que me alivie alguna pena. Siempre fue buena y rápida para contestar, pero desde hace unos meses que se ha vuelto críptica y algo lenta en responder.
Al principio, pensé que estaría ocupada en menesteres más angelicales o que estaba descansando en paz, como se merece la pobre y no con tanta hija hinchapelotas. Pero no, estaba ocupada en darme el batacazo, la lección más grande, ese abrazo que solo las madres te dan cuando te pasan de la categoría de hija a mujer.
Yo soy medio miope y bastante sorda y creo q no fue hasta hoy que me di cuenta que, con bombos y platillos y un par de "cuetes", mi vieja me puso la respuesta frente a las narices.
La respuesta es el hoy. La respuesta fue que a pesar de prenderles velas, de llamarlas y reclamarlas, ellas estaba ahí dándome aliento, pero la que remaba era yo.
La respuesta es hoy porque es el resultado de mucho, de todas esas caídas que tuve, de todas esas veces q sentí que las necesitaba, de todos los enojos que tuve por haberme dejado, de todas esas quejas de "si vos estuvieras acá las cosas serían distintas". Todo eso me llevó al hoy, al darme cuenta que hice camino, que junté mi gente, que logré metas, que crecí y me hice; yo sola, remándola, con más o menos fe, con más o menos pena.
Esa es la respuesta, que no necesito respuestas de arriba, que toy grandecita para arrancar sola (aunque hace rato que toy "arrancada"), que con cada cosa mi vieja me tiraba ese abrazo que te dan las madres cuando te vas a vivir sola, cuando lográs algo, cuando llorás pq te rompieron el corazón, y en tantos otros momentos donde son tu madre, tu amiga y tu hermana. Que me ayudan y me tiran puntas a través de lo que dejaron en mí de ellas; que esos son sus milagros.
La respuesta tan obvia, quizá, era esa, "hoy".
Y creo q con eso termino de aceptar que ya soy grande, que ya no tengo miedo de andar sola por la vida, que todo lo que fue es, quizá, de otros, pero que yo tengo mucho mío, y tengo un hoy, que no arrastra pasados, sino que los abraza y se enorgullece de eso.
De todo esto me di cuenta hoy.
Gracias, vieja, por la señal.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Pidan y se les dará

El otro día tuve una charla, una charla que esperé por años, que nunca supe cómo iba a afrontar y qué resultados podía tener.
Porque uno siempre arrastra esas "charlas" que esconden muchas cosas detrás del tema que sirve de excusa, donde se dice más de lo que se escucha y que pueden definir lo que será o no de nosotros o de parte de nosotros.
Son charlas que marcan momentos, que nos prueban, que cierran puertas y que nos abren nuevos caminos. Que nos permiten mirar atrás de otra manera, o darle la espalda a lo que fue, para abrazar lo que será.
No importa lo que se dice en sí (acto ilocutivo para algunos), sino lo que se siente, charlas que muchos no pueden afrontar porque es enfrentarse a un espejo y a lo que más nos da miedo. Las practicamos en nuestra cabeza una y otra vez, nunca salen así, por supuesto, pero salen como nos sale del corazón.
Todos guardamos o esperamos una de esas conversaciones.
Años, décadas, toda una vida...y pedimos, pedimos que alguien nos mande alguna punta, rezamos para que las palabras que salgan sean las que queremos decir, que nuestro interlocutor las escuche y las aprehenda y oramos para que las verdades sean dichas y los resultados nos lleven a buen puerto.
Yo escuché lo que, penosamente, esperaba escuchar; no las palabras en sí, sino los hechos, la comprobación de ciertas sospechas que me dolían, la decepción de escuchar cosas que uno sabía pero no aceptaba.
Pero más allá de la charla, recibí respuestas a esos pedidos, pude abrir los ojos a cosas nuevas, apreciar cosas de ahora y darle la cara al futuro; porque ahora la charla la va a esperar otro. Porque yo  recibí más de lo que pensaba, y cuando encaré eso que estaba atrás de la charla me vi yo por primera vez en muchos años, porque ahí en ese reflejo estaban las respuestas... con eso cerré la puerta y enfilé para adelante...
Cuando uno desnuda el corazón, pide con humildad y está atento a las señales, siempre recibe respuestas, coraje de lejos y mucha mucha luz y esperanza... yo pedí y recibí; y solo puedo decir gracias y seguir adelante.
Y aunque nos lleve años, décadas, toda la vida, esas "charlas" hay que tenerlas, porque las palabras se las lleva el viento, pero las verdades iluminan lo que está por venir.

jueves, 13 de septiembre de 2012

¿Vos, de qué lado estás?

En general no opino de política, no me gusta, menos en los tiempos que corren. No soy oficialista, ni peronista, ni ningú -ista, ni -arca, ni letra particular del abecedario.
Pero hoy me dio tristeza ver hasta dónde llegamos, hasta adónde nos dejamos llevar por dejarnos poner rótulos, por empezar a dejar que nos definan con letras, palabras pasadas de moda, q muchos ni llegamos a entender, por dejarnos denominar compañeros, enemigos, golpitas, anti/pro modelo.
Hoy hay familias que se dejan de hablar pq uno ta de un lado y otro del otro, gente que despotrica contra  otros, no dejamos clasificar, nos dejamos sacar la dignidad de ser personas y poder expresarnos libremente.
Somos A FAVOR O EN CONTRA, ENEMIGOS ÍNTIMOS, ya no vamos ni para el mismo lado, somos argentinos atentando contra argentinos.
A mí honestamente me chupa un huevo ella, hace lo que quiere, no porque la votó el 54% (siempre supimos que los porcentajes en política no cierran ni en pedo, con esta, con el anterior y remontándonos 250 años atrás), ella hace lo que quiere porque nos dejamos cagar, nos dejamos separar, nos dejamos meter en frascos donde cada uno escucha lo que quiere y cascotea al otro.
A mí me duele, me duele no poder intercambiar pensamientos o visiones con otros sin que indefectiblemente se me tilde de algo, repito a veces no tengo ni la más puta idea qué significa.
Porque hoy leo que una nena de menos de 5 años tiene más visión de futuro que nosotros, porque para ella la gente es gente y está o no de acuerdo de a porciones y eso está bien.
El peor golpe de estado nos lo dejamos a hacer a nosotros, nos estamos dejando enceguecer, por conceptos q no están claros, por clases q nos imponen, nos generan bronca, porque no le vemos salida, porque nos chocamos unos a otros. Nos reclamamos entre nosotros, nos atacamos y nos ponemos epítetos que COME ON HACE 15 AÑOS NO USÁBAMOS!!!
Porque afuera sigue habiendo pobreza, falta de educación, falta de laburo y de dignidad, y nos estamos cayendo a pedazos como sociedad. Todos, los de la letra, los -arcas, los -eses, los pro, los menos, todos y cada uno, y si hacemos mea culpa, no fue Tinelli, somos nosotros.
Bajame la cacerola, levantá la mirada del diccionario de palabras traídas de otras épocas, sacame la letra, el calificarme porque me quiero ir de viaje, los nombres extraños y los epítetos que me borran la cara, mirame a los ojos y sé honesto con lo que querés, un futuro, pero un futuro en serio, donde cada uno pueda ser libre de elegir, de pensar y de poder volver a hablar con sus amigos sin que te cambien el nombre por algún -ista, -garca o nombre de animal.
Porque como dijo Martín Fierro, "si los hermanos se pelean, se los comen los de afuera".
Nada es mi forma de indignarme nomás.

lunes, 2 de julio de 2012

La guerra y la paz


La vida está llena de contrastes y de opuestos. Quizá, uno de los más grandes sean esos momentos de oscuridad que atravesamos donde todo parece salir mal, seguidos, muchas veces, de momentos de calma que uno llega a pensar que anteceden una nueva tempestad.
Hace muchos años leí que el ser humano atribuye a los problemas una duración irreal, de una magnitud mucho mayor a la que realmente tienen; mientras que, a la felicidad, la ve como momentos pasajeros muy breves.
Pero como las generalizaciones, gracias a Dios, suelen distar mucho de la realidad y de ser 100% exactas y de las excepciones es de lo que se aprende; hay gente que siempre tiene el alma preparada para la paz; una cualidad inherente al alma humana.
Es gente que transmite luz, que desespera por un momento, sin olvidar que atrás de los nubarrones hay una luz que brilla. Es esa gente que en el más oscuro de los momentos, ajenos o propios, hace que algo bueno surja; y transmiten paz y la sensación de que uno camina más despacio, tranquilamente, entre el caos y el barullo que los momentos de confusión nos traen.
El alma está siempre preparada para la guerra, porque, incluso en los momentos más felices de nuestra vida, sentimos miedo de que algo nos obstaculice el camino; que nos agüe el desfile, como reza la canción. Vivimos con los soldados atrincherados en el alma, con los tapones de punta. Y en nuestra propia tormenta, no vemos lo fácil que es estar en pie de guerra siempre; ciegos, absortos por la desgracia de lo cotidiano.
La parte difícil, es educar el alma para la paz; callar ese barullo y ese temor constante; la mala onda, negatividad, vaso medio vacío, karma, mala leche, mala suerte y el mal de ojo que nos acechan constantemente. Porque, me atrevo a arriesgar, cuando el alma está paseando en paz por entre los balazos de la vida, se guía mejor; encuentra hasta en el barro más denso una piedrita de colores, abraza a otros que están heridos en sus propias batallas, manda luz a los que están perdidos y descansa mejor.
Después de todo, todo pasa, a su ritmo y con su ímpetu; somos nosotros los que les damos tamaño y forma a los problemas y dificultades; pero cuando nosotros nos sentimos grandes el resto de las cosas toma su forma real.
Porque, repito, todo pasa y rápido, incluso la vida. Y, citando a una mujer muy sabia cuyas palabras no entendía hasta ahora, "Pensá que dentro de 10 años te vas a estar cagando de risa de esto".

El manto de la parca

La muerte es un misterio...representa el miedo más grande del ser humano: la no existencia. El miedo a no pasar a la historia o dejar de ser recordados. Porque la muerte física nos arranca del mundo, porque aunque suene extraño el mundo sigue y los que mueren ya no.
No sé si le tengo miedo a la muerte, es parte de la vida. Todos nos vamos a morir algún día, pero creo q la muerte no se trata del que muere en sí, sino de los que siguen vivos.
La muerte y yo nos conocimos de manera bastante trágica por así decirlo, pero la tragedia para mí nunca radicó en el hecho, sino en lo que perdí en ese momento.
Porque la tragedia es para los que quedan, aunq nos consolemos con frases del estilo "Ahora está mejor", "no somos nada", etc. etc. Ese shock nos recuerda la finitud de lo que hacemos cada día, lo simple que son las cosas y cómo nos corre el tiempo.
Lo que más me duele de la muerte es no poder despedirme, porque aunque anticipada o no, la muerte a veces no nos da tiempo; no creo en la muerte esperable ni el ahora esta mejor pq se murió (aunque sí creo en el Cielo y la inmortalidad del alma), la muerte pasa, no se racionaliza ni nada, se lleva lo que tiene que llevarse o no, porque es una fuerza natural que nosotros juzgamos como si llegaramos a entenderla o a dominarla.
La muerte no se explica, se siente, uno puede enojarse, putear, darle el tinte que quiera pero no podemos despegarnos de lo que nos produce: miedo, dolor, pérdida, incertidumbre y la certeza de que la vida se nos pasa; pero la muerte cumple su trabajo. Es  nuestra la tarea de levantarnos, extrañar, agradecer y rezar por los que se van.
Hoy la muerte y yo nos encontramos otra vez, como de pasada, no me dio tiempo a despedirme, me encontró sola y me sacudió haciéndome recordar la última vez q nos vimos.
Y me mira, y la miro y no me produce ni miedo, ni bronca, ni me inspira filosofías, está ahí presente...recordándome q ella pasa, esté o no yo preparada para recibirla...la única tristeza es que esta vez no me dio tiempo de despedirme.

jueves, 28 de junio de 2012

Mamá, creo que ya crecí

Cuando yo era chica, nunca me faltó nada, o al menos jamás noté que, materialmente, tuviera alguna carencia.
Es más, creo que siempre fui bastante malcriada y todo lo que quería lo tenía.
Sin embargo, siempre se me dijo y se me demostró que lo valioso no estaba en lo que uno tenía en las manos; de hecho mi vieja siempre dijo que "cuando éramos pobres, éramos más felices".
Mi vieja, además, me contaba historias de su infancia, algo sufrida si se la ve objetivamente, con bastantes privaciones. Nunca la escuché quejarse de eso. De hecho las historias eran de cómo, a pesar de todo, su mamá, mi abuela, siempre encontraba una forma de dejar atrás todas las carencias y regalarles MOMENTOS; porque esas historias contenían eso, la felicidad de los momentos que compartían, las navidades con mi abu haciendo de Papá Noel como se podía y siempre con amor y sonrisas.
A mí se me enseñó que uno podía tener mucho, pero que nunca había que olvidarse de los demás, que siempre había que ser generoso y que en la vida lo valioso iba más allá de la cáscara y pasaba por otro lado.
Creo que nunca había llegado a entender realmente la inmensidad que tenía eso. Tampoco entendía por qué mi mamá me pedía que la acompañara a visitar a personas que vivían con muy poco, pero que eran muy felices (nunca me voy a olvidar de su "abuela Alquinta"), o por qué mi abuela siempre le daba una mano al que necesitaba sin importar quien era y siempre sin esperar nada a cambio.
Cuando mi vieja y mi abuela se murieron surgieron los problemas típicos de bienes y cosas, el tema de la guita, de lo que había, de lo que no; las cosas que estaban las cosas que no estaban, los abogados, lo que "corresponde". Tampoco logré nunca entender eso, porque nada lo sentía como mío, nada tenía valor contra lo que se había perdido y nada iba a devolverme lo que realmente me faltaba.
Lo material se descascaró, se perdió en algún lado, los "esfuerzos de la vida" de los que ya no estaban y esas cosas tan efímeras como los papeles mismos.
Hoy, después de muchos años, creo que por fin crecí, y me di cuenta dónde radica el "esfuerzo de toda la vida" y la herencia que quedó.
Fue eso, fue tocar la vida de otras personas que aún, después de tantos años las recuerdan, fueron las lecciones de vida que me dieron, las historias que me contaron y las huellas que me dejaron para ayudarme a ser hoy quien soy, fue darme las alas para crecer, la sonrisa y frases que siempre vienen bien para alegrar el espíritu.
Porque la guita y lo material se fueron, pero quedó eso, porque ya crecí mamá y ya sé qué tengo que atesorar; porque "Dios aprieta pero no ahorca"; y todo lo que me dejaron me permitieron "comprar" lo que me hacía feliz: mis afectos, mis logritos pequeños pero humildes, la sonrisa, el buscar ser feliz a pesar de todo, el apreciar la vida, el cantar y ser feliz; y el creer que todo se puede.
Eso era lo que me "correspondía", ni más ni menos, y lo compartiré con mis hijos y sus hijos, y todas aquellas personas cuyas vidas pueda tocar.
Por eso, hoy crecí mamá, hoy me di cuenta que la herencia que me dejaste es la mejor y la que más feliz me ha hecho.

miércoles, 18 de enero de 2012

El totoro en mi habitación

¿Nunca revisaron debajo de la cama antes de dormir? ¿O cerraron la puerta del placard porque temían que un monstruo los estuviera mirando?
"Cosas de chicos", podríamos decir, pero todos tenemos un cuco debajo de la cama.
Cuando somos chicos son miedos o producto de una imaginación audaz que ve seres mágicos por toda la casa.
Sin embargo, al crecer esos cucos o totoros que bailan por nuestra habitación y pueblan nuestros sueños son más palpables.
Detrás de los ojos gigantes, los cuernos y el pelaje de colores se esconden esas cosas que no logramos resolver. Dudas, miedos, inseguridades bailotean alrededor de la cama o nos acechan de lejos, esperando el momento ideal para tocarnos el hombro y asustarnos un rato.

Y aunque ya somos grandes y no le tenemos miedo a las oscuridad, solemos mirar abajo de la cama cada tanto porque sabemos que están ahí. Y nos sentimos nenes de nuevo, asustaditos, tapándonos la cara con la sábana para que el cuco no venga.
Sabemos que aunque los ignoremos siguen ahí, y no van a irse, a menos que los enfrentemos o los invitemos a jugar, siempre están ahí, aunque dejemos la puerta entornada o la luz del baño prendida.
A veces me pregunto qué hacer con el totoro de mi habitación, porque de tanto esconderme abajo de las sábanas creo que ya no lo engaño... porque quizá llegó la hora de crecer y hacerme cargo de mi "cuco" que tantos años me esperó para que nos amiguemos...